domingo, 24 de mayo de 2015

Peter Pan



Hoy voy a  reescribir la historia de  Peter  Pan, ya saben ese jovenzuelo que volaba por los cielos de Inglaterra y se llevaba a los niños al país de nunca jamás donde vivirían innumerables aventuras sin tener la obligación de crecer jamás. Una encantadora historia de sueños y fantasías, conocida por todos, pero que tras sus líneas puede ocultar mucho  más.

Verán,  en mi infancia padecí muchas enfermedades y estuve al borde de la muerte muchas veces, pasé semanas en el hospital y en varias ocasiones quede en estado de coma aunque solo por unas horas, con el tiempo fui mejorando  y a medida que crecía mi salud se estabilizaba cada vez más, hasta llegar al punto en que solo veía al médico por visitas de rutina. Fue por aquella época que ocurrió uno de los episodios más insólitos de mi vida

Yo tenía 17 años y había llegado temprano al hospital, el medico estaba en hora de almuerzo, así que decidí pasear y recorrer los pasillos,  caminé sin preocupación alguna hasta que a lo lejos vislumbro sentado en una escalera a mi médico Pediatra. La verdad el doctor Cristian García siempre me pareció un sujeto extraño, algo temperamental,  con varios TOCs  entre ellos una obsesión con los relojes digitales y una curiosa manía a relacionar todo con cuentos para niños, pese a ello siempre fue un excelente profesional y  me salvo la vida más de alguna vez así que decidí acercarme a saludar.

-          Doctor García ¿Cómo está? – Pregunté con una sonrisa sacándolo de sus cavilaciones
-          bien, bien - respondió como si recién notara mi presencia
-          ¿se acuerda de mí? – le dije mientras empezaba a dudar de que tan buena idea habría sido interrumpir al médico.
-          Por supuesto  ¿Por qué no te sientas y me cuentas como estas? –  agregó rápidamente.
Era evidente que no me recordaba pero tenía tiempo y su singularidad siempre llamó mi atención, así que me senté y empecé a contarle  lo normal,  mi salud, de mis padres, un poco del instituto, ya llevaba un monologo de más de 5 minutos cuando me di cuenta que no me estaba  escuchando, muy por el contrario se había quedado pegado mirando mi reloj de muñeca análogo, con expresión de reproche.

-           ¿Doctor, está bien?- pregunté sacándolo de su ensimismamiento.
-           Haz crecido – fue todo lo que dijo sin apartar la vista del reloj.
-           Sí, señor he crecido, todos lo hacemos ¿no?
-           No – respondió con amargura, no supe que decir ante ello.
-           Ya que eres mayor, te voy a contar un secreto – empezó a decir, mirándome a los ojos con mucha determinación – pero debes ser muy discreta.
-          Si señor- respondí, mientras se acercaba para hablarme entre susurros
-          Yo soy el capitán Garfio – afirmó tras mirar en ambas direcciones asegurándose que nadie lo escuchara.
-          ¿Perdón? – Pregunté sin comprender
-          Ya sabes, el capitán Garfio, Peter Pan, los niños perdidos, nunca jamás – intento aclararse.
-          Disculpe, no comprendo – ciertamente conocía la historia pero me era imposible discernir a que se refería con tal declaración.
Entonces saco un Bisturí de su bolsillo y lo levanto en un gesto de orgullo como si fuera un trofeo,  un escalofrió de miedo recorrió mi cuerpo.

-          No me tengas miedo,  no soy el único Capitán Garfio – intento tranquilizarme.
-          Disculpe Doctor pero el Capitán garfio no era precisamente el bueno del cuento – respondí con una sonrisa nerviosa sin poder  ocultar lo incomoda que me ponía la situación.
-          Eso es lo malo de los cuentos, el que lucha contra el “Héroe” siempre es el malo – agrego con tristeza mientras guardaba el bisturí.
Debo reconocer que sin el instrumento filoso en sus manos y con su expresión de tristeza me toco el corazón así que decidí seguirle el juego y empecé a preguntarle al respecto como si compartiera su desvarío.
-          Pero, si usted es el Capitán garfio ¿Quién sería Peter Pan?
-          ¿de verdad, quieres saber?- preguntó sorprendido
-          Claro, siempre quise ser una niña perdida
-          En serio no lo adivinas – afirmó con una risa decepcionada.
-          Pues no
-          Nunca te has preguntado ¿por qué los niños perdidos no crecen?
-          Nadie crece en nunca jamás – afirme haciendo gala de mis conocimientos.
-          Los niños perdidos no dejan de crecer porque están en nunca jamás, es al inverso están en nunca jamás porque ya no pueden crecer – respondió secamente
-          No lo entiendo
-          Veraz tu creciste
-          Claro, porque nunca fui a nunca jamás
-          No, tu creciste porque sigues con vida por eso nunca fuiste a nunca jamás
-          Pero ¿y los niños perdidos?
-          Ellos ya no están vivos por eso dejaron de crecer, por eso se les llama niños “perdidos”, porque viene Peter pan y los arranca de su hogar para llevarlos a nunca jamás.
-          Entonces Peter pan es… - no me atreví a terminar la frase, pese a ser solo un cuento infantil sentía que parte de mi infancia moría con esas palabras.
-          … el ángel de la muerte -  agrego el Dr. al ver que yo quedaba en silencio.
-          No puede ser
-          ¿Por qué no?
-          Porque solo los niños pueden ir a nunca jamás y todos conoceremos a la muerte en algún momento seamos niños  o no – use todo mi razonamiento para defender la imposibilidad de lo que se me decía.
-          Eso es porque Peter pan es solo un ángel de la muerte y uno muy especial
-          Disculpe, pero no le entiendo
-          Tu eres distinta ahora a como eras cuando yo te atendía
-          Claro, he crecido
-          No solo eso, tus gustos, pensamientos y aspiraciones también han cambiado.
-          Supongo que ahora veo las cosas de forma más adulta.
-           Los niños gozan de una inocencia que se va perdiendo cada día, por eso son tan distintos a los adultos y es por ello que sus espíritus merecen estar en un lugar diferente donde nunca serán corrompidos por las influencias y reglas de los adultos, un lugar donde no necesitarían crecer.
-          Entonces  nunca jamás tendría que ser algo así como una especie de cielo
-          Algo así, y Peter pan es un guía muy especial, los niños tienen un ángel diferente porque van a un lugar diferente donde los adultos no podemos entrar.
-          Entonces ¿Cómo llegan los piratas? – pregunté aun algo consiente de que estaba discutiendo un absurdo.
-          Los piratas nunca pisamos nunca jamás, nos quedamos en nuestro barco, no somos capaces de tocar la tierra o ¿has escuchado alguna vez lo contrario?
-          Y ¿los indios y las sirenas?
-          Solo algo de mitología para decorar, quizás existan supongo que es imposible negarlo así como es imposible afirmarlo a ciencia cierta.
-          Y ¿el cocodrilo? En verdad ¿le tiene miedo a los cocodrilos? – pregunté incrédula, entonces el Dr. sonrió
-          No a los cocodrilos precisamente
-          Ah –exclamé – entonces su versión no tiene sentido
-          Es al tiempo – respondió rápidamente- ¿haz notado como cada sala de cirugía tiene un enorme reloj análogo colgado?
-          Claro, para anotar la hora exacta en caso de deceso, todos lo saben
-          Exacto, todos los médicos y los piratas le tememos un poco al tiempo, sabemos que cada segundo que dudemos antes de actuar, es un segundo más cerca de nunca jamás, el tiempo es nuestro cocodrilo, por eso en el cuento este se come un reloj, un reloj no asusta a nadie,  ósea su tic tac es molesto pero no es comparable con la imagen de un cocodrilo, una criatura peligrosa que tarde o temprano nos atrapara, porque un pirata puede intentar salvarte de Peter pan pero no del cocodrilo ese es el límite de nuestra capacidad humana y para recordárnoslo este enorme reptil devoró gustosamente una mano del capitán ofrecida por el mismísimo ángel de la muerte dejando patente nuestra mortalidad.
-          A fin de cuentas todos terminaremos muertos
-          Precisamente
-          No lo sé Dr. Debo reconocer que me ha dado en que pensar, pero aun no acabo de convencerme del todo, hablémoslo en otro momento  - quise despedirme al notar que se me hacía tarde para mi consulta.
-          Cuando quieras
-          Solo una duda más – agregue mientras me ponía de pie
-          Claro, la que quieras
-          Si los piratas son doctores,  ¿Por qué el capitán es garfio? ¿no debería ser capitán bisturí  algo así?
-          Joajaja – esta vez el Dr. Se rio de buena gana - ¿Cuál es el medico que más detestan los niños?
-          Todos, supongo, a los niños no les gustan los médicos
-          Es cierto, pero hay un medico al que temen particularmente
-          ¿el dentista? – me aventure tras pensar unos segundos
-          Exacto, y rara vez se ve a un dentista usando un bisturí, salvo en las cirugías complejas, ellos se caracterizan más por usar otro elemento.
-          Un garfio – pronuncie las palabras al mismo tiempo que note lo evidente que eran
-          Muy bien,  supongo que con eso todo tiene sentido.
-          Supongo, aunque quizás todo sea solo un cuento de hadas demasiado pensado – respondí lentamente denotando mi confusión
-          Vete ya, llegaras tarde y a los médicos no nos gusta esperar
-          Si Doctor, ya me voy, un gusto verlo – me despedí, sin tener muy claro que pensar o decir.
Recuerdo que mire de soslayo un par de veces y pude ver al Dr. García con mirada tranquila, sin mostrar la menor intensión de moverse de su escalera, entonces me fui a mi consulta y deje de pensar en el tema.
Han pasado más de 10 años desde entonces, y lo cierto es que tanto el capitán Garfio como Peter pan habían desaparecido de mi mente por completo, como nos pasa a la mayoría de los adultos, pero hace un par de semanas todo cambio.
Verán tengo una hija, una pequeña que tiene poco más de 4 años, la luz de mis ojos, muy vivaz e inteligente pero que lamentablemente padece los mismos males que sufrí en mi infancia. En cuanto nació supe que se me venía un camino difícil pero siempre he estado dispuesta a luchar por ella ya que su salud es complicada y pasa mucho tiempo en los hospitales. Hace un par de semanas su estado se puso delicado y cayó en coma, pensé que la perdería, el ver su pequeño cuerpo  sin hacer movimiento alguno, fue una de las experiencias mas aterradoras de mi vida que me hacia quebrarme  en llanto cada vez que pensaba en que existía la posibilidad de no volver a ver el brillo de sus ojos, no sabía qué hacer, los médicos que la trataban no me ofrecían ninguna solución salvo esperar, lo cual no hacia mas que impacientarme, así que en un momento de iluminación decidí intentar contactar a mi antiguo pediatra por todos los medios posibles, pues pese a ser un sujeto algo excéntrico conocía bien la enfermedad y la había vencido antes, así que en mi desesperación supuse que era el único que sabría qué hacer.
Finalmente tras mucho buscar, me entere que estaba en un hogar de ancianos para médicos retirados no muy lejos de donde yo vivía, así que lo fui a  ver y le explique la situación.
-          No puedo hacer nada en este momento         – me dijo cuando termine de contarle sobre mi hija
-          Pero ¿Cómo no va a poder si usted me ayudo a mí?
-          Claro, pero ahora ella está en coma, hay que esperar que despierte, tranquilízate tu sabes en carne propia lo que es eso
-          Pero yo solo estuve así algunas horas, ella lleva así mas de un día
-          No, lo recuerdas ¿verdad?
-          ¿Qué cosa?
-          Tu estuviste en coma 3 días y 2 noches
-          Esa no pude ser yo, me debe estar confundiendo
-          Yo jamás confundo a un paciente y menos a uno que deseaba tanto viajar a nunca jamás
Tras esas palabras pensé que mi médico había perdido el juicio, que estaba senil y que en verdad no podía ayudarme, así que me marche de inmediato sin siquiera despedirme.
Regrese al hospital y pese a estar consciente de la locura de mi médico decidí llamar a mi madre y preguntarle si realmente estuve tanto tiempo en coma, porque para mí era imposible recordarlo y para mi sorpresa tras pensarlo un rato me respondió lo mismo que el Dr. 3 días y 2 noches, fue como si algo hiciera un cortocircuito en mi persona, todo volvió a mi mente, el tiempo en el hospital las palabras de mi médico, todo. Casi sin ser consciente de mis actos me despedí y colgué el teléfono.
No había dormido en más de 30 horas, quizás por eso dormite un rato mientras sujetaba la mano de mi hija, no fueron más que unos minutos pero alcance a tener infinidad de sueños, plagados con niños, piratas, hadas y por supuesto Peter pan, pero ya no veía nunca jamás como una niña, sino como una adulta con todo lo que representaba.
Al despertar mi pequeña seguía en coma, así que le hable, en mi locura le dije que nunca jamás no era tan bonito, que si crecía se pondría convertir en una princesa o en una bailarina, que si se quedaba estaría conmigo y seriamos felices, que yo la apoyaría y la acompañaría a todas partes, le dije tantas cosas que no puedo recordarlas todas, pero más que todo le pedí que volviera y se quedara conmigo.
Le hable durante horas y de pronto, sin previo aviso, despertó, era como un milagro, no podía creerlo, la abrase, la bese, la estruje, nunca había estado más feliz y nunca olvidare sus palabras, lo único que dijo al despertar fue “no quiero ser otro niño perdido” quizás algo de mis palabras llegaron a su subconsciente, quizás lo que me dijo mi  médico es verdad, no lo sé, pero en ese momento supe que debía contar la otra versión de la historia.
Se la conté a mi pequeña, que a esta altura esta mejor y volvió a casa conmigo y mi pareja, estamos todos muy felices, es como si el esos días de tragedia fueran solo un mal sueño, todo está igual  bueno casi igual, ahora mi hija quiere ser pirata y no bailarina, y yo por mi parte simulo que se escribir para poder contarles esto, la verdadera historia de Peter Pan y el capitán Garfio, tal como me la contaron y tal como la viví.