jueves, 23 de julio de 2009

Palabras que nadie escuchara

Un hombre en la barra, un trago mas, “deja la botella” exclama mientras se atraganta con el licor, el reloj suena, 5 de la mañana, ya es hora de dejar este tugurio, camino por las calles sin haber encontrado la solución, sin haber llorado mis penas, sin una gota de alcohol en mi cuerpo, pero era de esperase entre tantas almas tristes nadie quiere escuchar al hombre que llena su copa, todos quieres un consejo, todos quieren que los escuchen, nadie quiere escuchar, si supieran que no me puedo ni ayudarme a mi mismo, abro la puerta de mi departamento, que corto me pareció el viaje, busco al gato, un acto vano hace mas de dos meces que no lo e vuelto a ver pero es una manía, la casa esta tan vacía sin el, sin ellos, tomo mi libro de costumbre, me siento en un sillón y saco una botella de ron que bebo sin usar vasos, estoy harto de servir, y en cuanto el liquido toca mis labios me repele, estoy cansado del olor a alcohol, estoy cansado del sabor a alcohol, pero sin embargo sigo bebiendo mientras acaricio el libro que olvidaste el libro que dejaste, quiero ahogar mis penas en alcohol a pesar de que e visto demasiadas veces lo inútil que es, pero no me importa, abro el libro por el medio, “febrero 25” se perfila en tu bella caligrafía, rememoro el día en mi mente, llevábamos poco de salir juntos y me habías confesado que eras virgen, recuerdo que me pareció tan dulce, tan puro, pero claro, soy un imbecil, recuerdo que me sobrepase contigo mi pequeña y para enmendarme te prometí que tu primera vez seria especial, que te haría el amor en una cama llena de pétalos de rosas, recuerdo que dijiste que no me molestara, que no te gustaban mucho las flores, pero yo insistí, quiero hacerlo te dije, tu eres especial y vi la ilusión en tus ojos.

Bebo un sorbo mas para apartarme de los momentos felices, y me pierdo entre los recuerdos mientras veo como baja el nivel de ron en la botella, esa promesa no la cumplí, me reprocho, una de tantas que no cumplí, cometí muchos errores contigo amor, me digo a mismo mientras dejo el libro en aquella mesita de centro que me obligaste a comprar, pero como me suele pasar me tiemblan las manos y tu diario cae, me levanto al instante para recogerlo y guardar todo lo que se salio, algunas poesías que escribiste, algunas cartas que te obsequie, algunas tarjetas de las que solía ponerte en las rosas para nuestros aniversarios y entonces la veo una fotografía vieja de nosotros, tu con tu sonrisa alegre mirándome de costado, yo abrazándote por la espalda con los ojos brillantes de felicidad, los buenos tiempos, que enamorada estabas de mi, que enamorado estaba de ti, casi tanto como lo estoy ahora...

El tiempo pasa y una vez mas veo el sol aparecer por mi ventana, detesto ese ventanal, “yo lo encuentro maravilloso” tus palabras de respuesta suenan automáticamente en mi cabeza, te extraño y como cada día viene a mi cabeza el recuerdo de aquella noche, tan nítido como si hubiese sido la noche que acaba de pasar, pero son tres meses ya de ella, recuerdo que abrí la puerta al llegar del trabajo, era tarde pero tu me esperabas despierta, se que estabas extraña pero yo no lo notaba, hacia mucho tiempo ya que no notaba nada.

-Quiero hablar contigo- me dijiste

-Ahora no amor, estoy cansado, el trabajo estuvo agotador hoy- y empecé a describirte mi día sin que lo preguntaras, si prestar la mas mínimo interés a lo que tu deseabas decirme, recuerdo que fui a la cocina por un café y que cuando volví sin detener mi parloteo, finalmente me digne a mirarte y puede ver las lagrimas que escapaban de tus ojos y caían por tus suaves mejillas

-Ya vas a empezar de nuevo- reclame, que insensible era

-no aguanto mas- fue lo ultimo que me dijiste antes de desmoronarte en lagrimas, y yo en lugar de consolarte, te provoque, estaba cansado de tus llantos sin razón, no se si fue algo que dije, o de verdad no aguantabas mas, pero hablaste y comenzamos a pelear, a pelear de verdad, no como ese conjunto de silencios que solíamos tener por discusiones, y me desahogue, te reproche cada herida que me hiciste cada error que cometiste, grite, vociferé, te dije cosas horribles, te herí con todos los medios que pude mientras te hacia sentir culpable, puesto que en mi visión tu eras la responsable de mi dolor, recuerdo que luego de tu primera intervención escuchaste tranquila hasta que yo terminara de pintarte un bosquejo de la pesadilla horrible en que convertiste mi vida, entonces comenzaste calmada, sin gritos, sin alzar la voz, tenias mejor memoria que yo, recordaste cada uno de tus sueños, de los que eran nuestros sueños cuando nos conocimos, recordaste la vida que te pedí dejar y que dejaste gustosa por estar a mi lado y yo lo tome como una ofensa “¿me estas reprochando?” Salte al instante, pero no me reprochabas, claro yo no me di cuenta de ello, retome mi ataque con un par de tus errores que deje en el tintero, un par de mentiras, un par de tus equivocaciones, partes de un rompecabezas del que yo no tenía todas las piezas, había olvidado la mayoría de mis equivocaciones, ¿como no hacerlo? Si tras cada error me invadía la culpa, te rogaba perdón y te pedía que por favor no volvieras a mencionarlo, y tu por supuesto lo hacías, yo pensaba que estaba olvidado, que si no mencionabas mis promesas olvidadas tu también las habías olvidado, pensaba que cada vez que te reclame y tu me dijiste “prefiero que te enojes conmigo a defenderme” era por que no tenias defensa, pero me equivoque, era por que no querías hacerme daño, yo tampoco quise nunca hacerte daño, la diferencia era que tu cuidabas de mi, pero esa noche no, esa noche sin ningún tono de reproche en tu voz me dijiste todo, me revelaste los miedos que te había formado, miedos que en su mayoría yo era el único que podía curar, pero para ser honesto no quería escuchar.

El mundo se me cayo y se construyo de nuevo con los pedazos que había olvidado, con las tristezas que te cause, nunca comprendí el efecto que causaba en ti, siempre fuiste mas sensible de lo que pensé, no, no eso, tu eras fuerte, aun lo eres, pero yo te había hecho demasiado daño, pero como dije, soy inbecil y a pesar de que en ese momento comprendí todo eso, no lo acepte, te dije que te fueras, que quería estar solo, que te largaras mi vista, de mi casa. Recogiste tus cosas despacio mientras yo te miraba con reproche, recuerdo que te paraste en el lumbral de la puerta, que me miraste con los ojos vidriosos, sabia que deseabas que te pidiera que te quedaras mas que nada en la vida, pero no lo hice.

-Adiós, cuídate- fue lo ultimo que me dijiste, yo voltee la cara en otra dirección como respuesta y te fuiste.

Espere por días que me llamaras tu siempre llamabas, me pedías perdón por tu error y como yo era tan noble te lo perdonara, aunque la mayoría de las veces era mi culpa, pero no llamaste, entonces pasada una semana ordenado un poco encontré ese libro que ahora descansa sobre la mesa, lo leí a pesar de que te prometí nunca leerlo, pero bueno tu lo habías dejado, supongo que es mió, y entones finalmente lo entendí, cada alegría cada tristeza, cada sentimiento que te cause esta aquí, estabas tan enamorada de mi, me mentiste pocas veces yo siempre lo descubrí, no sabias mentir, pero ahora entonces finalmente me entere de todos tus motivos que yo siempre me negué a escuchar, me di cuenta de todo el daño que te había hecho aunque nunca lo escribiste como tal, vi la tinta corrida en aquellas paginas en las que derramaste lagrimas mientras escribias, te hise mucho daño, siempre me creí la victima cuando era el ofensor.

Decidi no buscarte, a fin de cuentas aun te amo y quiero que seas feliz, aunque no sea conmigo, creo que estaras mejor sin mi, o tal vez sea demacido cobarde para intentar cambiar, para luchar por ti, se que volverias ante una sola llamada mia, pero yo nunca te llame antes por orgullo y no te llamare ahora por que se que a pesar de aquellas paginas de alegría, en las que te llenabas de felicidad simplemente por que en el día me acorde de ti y decidi traerte un chocolate, a pesar que podría llenar una pared con todas las virtudes que me adjudicaste, no hice mas que hacerte daño. Ahora se acabo el ron, tu no estas aquí y se que no volverás, como quisiera escapar a un bar. y olvidarme de todo, “sírvame un trago compadre que no quiero pensar mas” exclamo con voz de borracho mientras levanto un vaso y le hablo a mi reflejo en el espejo, era de esperase entre tantas almas tristes nadie quiere escuchar al hombre que llena su copa en el bar.