sábado, 3 de agosto de 2013

Tramite

Paso a paso la luz va desapareciendo a medida que Rubén desciende los escalones, el brillo artificial parece lúgubre ante sus ojos, las personas deambulantes parecen fantasmas a su alrededor y su mente se confunde entre el pasado y el presente.

La escalera termina y el piso firme parece deshacerse bajo sus pies, mira su reloj para asegurarse que es la hora indicada “será rápido” se alentó a si mismo aun con temor a levantar la vista. Paseo la mirada entre el sin número de figuras que recorrían la estación. Se tardó solo unos segundos en reconocer la imagen de Nicole, inconfundible para él, puesto que conocía esa silueta mejor que su propio cuerpo, había deslizado sus manos por aquella piel demasiadas veces como para olvidarla de un día a otro. Ahí estaba Nicole a tan solo unos metros, la misma que provoco tantas sonrisas y lágrimas en él, ahí estaba Nicole entre los brazos de otro con los ojos cerrados y los labios ocupados.


Una punzada atravesó su pecho  y su cuerpo se voltio sin siquiera detenerse a procesar alguna sensación, se encontraba nuevamente al pie de la escalera antes de erguir su espalda, tensionar cada uno de sus músculos y decidirse a enfrentar el dolor.



-          Hola ¿llevan mucho esperando? – preguntó con una sonrisa en su rostro.
-           No llegamos recién- Respondió Nicole.
-           ¿Trajeron todo? – inquirió Rubén.
-          Todo lo que pediste – afirmo Felipe, con la mirada turbada mientras le tendía un paquete.

Solo entonces Rubén pudo levantar la vista y dejar de hablar por un instante. Que extraño era saludar sin ni un mero apretón de manos a aquel  que abrazaba cada vez que se cruzaban, Felipe que se convirtió en su amigo bajo su techo y se ganó tanto su confianza como su admiración en un instante  ahora custodiaba lo único que parecía importante en la vida. “aun espero desear golpearte” le grito Rubén en una mirada, “aun espero que lo hagas” respondió Felipe con aquellos ojos oscuros mezclados de  nostalgia, rabia, ira y dolor.

-          Perfecto – afirmó Rubén tras revisar todo.
-          Igual quedaron algunas cosas más, por si te hacen falta, podría traértelas si quieres – Musito la conocida voz de Nicole.
-          Esto es todo lo que necesito, el resto ya no importa – respondió, con tono alegre mientras sacaba un viejo reloj y lo ponía en su bolsillo.
-          El reloj de tu abuelo – exclamó ella en un último intento por ver sus ojos apelando a la complicidad que tantas veces compartieron, pero sin darle aquella satisfacción, Rubén asintió con la cabeza.
-          Gracias por todo – se despidió finalmente


Un cordial apretón de manos a un amigo que por más heridas causadas no dejaba de importar, un frió beso en la mejilla para ella cuya sonrisa significo una vida, media vuelta y un caminar firme sin el valor suficiente para dejar de andar.


Por última vez ante el inicio de los escalones, que duro parece el ascenso cuando te encuentras sumido en la oscuridad, entonces el joven se permite voltearse a contemplar por última vez una vida que dejo por propia voluntad, una sonrisa de medio lado cruzo su rostro referencia  a la plena conciencia de haber tomado la decisión correcta. Realizar el último trámite del cambio que por convicción inicio, mirar hacia arriba y ver la luz a pesar de que ni aun bajo el sol era capaz de sentir su calor. Sonreír como siempre había hecho ante cualquier dolor, ya ha terminado.