jueves, 12 de diciembre de 2013

Corazón a la carta

Se dice que antiguamente entre los pasillos perdidos del olvido se escondía un pequeño restaurante ante los ojos de todos pero invisible a la vista de la mayoría, solo algunos privilegiado podían encontrarlo y aún más escasos eran aquellos que podían probar algún plato de los allí preparados

Una tarde cualquiera, como ayer u hoy, un joven perdido sin intención de encontrarlo tropezó con aquel lugar, su aspecto aunque común y corriente llamó su atención y aun sin hambre entro presa de un deseo de acercarse a primera vista sin explicación, justificación ni mayor sentido.

El interior era pequeño, un simple salón redondo en cuyas paredes habían mas ventanas que ladrillos pero que sin embargo se iluminaba por una luz no proveniente del exterior ni de luz artificial, simplemente la luz perfecta, cálida tranquila que no encandila ni fuerza la vista sino que por el contrario da la perfecta comodidad. Al centro del salón se encontraba una única mesa también redonda, el joven impresionado por el lugar que pese a no ser ostentoso poseía un atractivo singular, se acercó a la mesa, se sentó en una de las sillas y cerró los ojos para escuchar la música de un clavecín que invadía el ambiente, una melodía capaz de describir con sonidos aquellas cosas que las palabras son incapaces de expresar.

-          Bienvenido al “Alma” ¿Qué le puedo ofrecer? -  preguntó un mesero, aparentemente materializado en el aire en cuyo uniforme se leía con letras doradas su nombre, Wert.
-          Sírvame lo mejor que tenga – respondió el joven sorprendido por la intromisión, cautivado por el ambiente, fascinado por la maravilla he intentado simplemente no romper la magia.

El chef escuchó la petición y en un instante preparo el majar más preciado sin dudarlo ni una vez, puso el corazón en el plato y lo sirvió con la mejor presentación, aun así  pese a los cubiertos de plata y el plato pulcro sigue siendo el mismo corazón de siempre, con las heridas, cicatrices y marcas de una vida corriendo riesgos, el mismo espíritu que se había quebrado y reconstruido tantas veces que inevitablemente compartía una apariencia similar a la creación del Doctor Víctor F, y así lo sirvió como lo único que puedo poner en la mesa ante semejante petición, rezando en su interior porque no lo devolviesen a la cocina y abandonasen el salón.

Wert puso la comida sobre la mesa con una sonrisa en los labios ocultado su nerviosismo y temor, el joven comensal por su parte mira el plato sorprendido, lo examina, lo rosa, eligiendo la mejor zona, entonces con mano decidida le corta un trozo para probarlo, lo saborea y lo degusta incluso parece disfrutarlo, incluso parece apreciarlo. Un brillo de esperanza se posa en los ojos del mesero entonces el joven traga con dificultad y vuelve a mirar su comida cambiando completamente el semblante en su rostro, algo en el carmín latiente no le satisface, demasiadas marcas, demasiadas heridas, demasiado desagradable a la vista.

-          ¿Cómo pueden servirme algo en este estado?- le pregunta a Wert con evidente enfado - esto esta incomible, nadie podría tragarlo – agrego con la frialdad de la inconciencia en su voz.
El pobre mesero se desvive en escusas que parecen insuficientes, finalmente cansado de las quejas, cociente que nada de lo que diga podrá calmar a su comensal,  escapa llamando al cocinero, esto simplemente escapaba a su juridiccion.

Al instante el chef principal, el único en este humilde lugar cruza la puerta que separa la cocina del pequeño salón con su inmaculado traje blanco, con los brazos cruzados y la sombra de las heridas en su mirada. Camina recto sin que ninguno de sus músculos demuestre el menor titubeo y se acerca al comensal, quien no tardo ni un minuto en explicar agresivamente su parecer, reclamando forma, color y estado de su plato, sin la menor alteración el chef toma los cubiertos, y gira el corazón plagado de cicatrices, un poco de sangre aún caliente escapa del vacío que produjo el joven al saborear la carne.

-          Este es el plato más valioso de la carta, sin aderezos que oculten su sabor original, sin acompañamientos que amortigüen el paladar, simplemente carne bien preparada sin grasa ni aceite que le puedan dañar, inofensiva y desprotegida ante usted - exclamó el cocinero mirando su obra con dolor.
-          No es suficiente para mi, no es lo que quiero -  respondió el comensal.

No se necesitaron más palabras, el chef se inclinó para recoger el plato al tiempo que su propio pecho abandonaba la blancura y se manchaba con el brillo rubí, levantó su obra y se voltio sin mirar atrás, en la oscuridad de la cocina donde siempre había pertenecido tomó la carne con sus manos y con una fiel aguja que guardaba siempre en su bolsillo empezó a cocer la nueva herida con toda la pericia que le permitían sus temblorosas manos, una nueva marca, un nuevo desprecio, otro simple día en su vida, abrió su delantal e introdujo cuidadosamente el corazón en el enorme hueco en su pecho, los tejidos se unieron reconociéndose y las lágrimas volvieron a brotar por sus ojos manifestando patentemente que al presentar el corazón siempre existe el riesgo del dolo, pero no puede acabar así, se puso de pie y volvió a prender la estufa, “hay que seguir viviendo, o al menos sobreviviendo” se recordó a si mismo mientras se lavaba las manos y se ponía a trabajar.


El salón por su parte se oscurecido de un segundo a otro al desparecer el brillo del cocinero y en un pestañeo todo despareció, el joven incapaz de comprender lo que había vivido regresó a buscar el “Alma” muchas veces pero nunca volvió a dar con él, finalmente se convenció de que era un sueño, nadie en su sano juicio hubiera servido su propio corazón. Simplemente no podía ser real por lo que cada tarde al pasar frente al espacio que debía llenar el local, se tomaba un par de segundos en pesar, “fue una alucinación un poco de leyenda, nada más”.



domingo, 20 de octubre de 2013

Paciencia

No todas las palabras están dichas
Ni todos los destinos están sellados
No todas las historias están escritas
Ni todo pasado es olvidado


Aún vivo un sueño del que no he despertado
Si miraras en mis ojos lo que buscas en mis manos
Notarias que aun espero que te sientes a mi lado

No todos los caminos fueron recorridos
Ni todas las puertas se encuentran abiertas
No todos los recuerdos son amados
Nadie escucha las palabras sueltas

Aun te hablo en las miradas que no fueron encontradas
Si dijera lo que escribo o escucharas lo que canto
Rompería en un sonido todo silencio pasado


No toda distancia es eterna
Ni todo tiempo es recorrible
No toda caricia es tangible
Ni toda sonrisa es un llamado


Aun espero que recuerdes que me encuentro aquí esperando
Si palparas en mi pecho los latidos provocados por tus manos
Notarias que te extraño mucho más de lo pensado.




miércoles, 9 de octubre de 2013

Números Primos

Los reflejos rojizos del atardecer irrumpen por la ventana cautelosos como temerosos de molestar a los habitantes inexistentes de la habitación,  apoderándose del viejo sombrero de vaquero que cuelga solitario en el respaldo de la silla que encabeza la mesa. Es tarde pero todo está intacto, antes de que termine el día todo luce exactamente igual que en su inicio.

Aquel día  Alberto se levantó temprano, cuando el sol recién empezaba a saludar el día, pero la habitación era oscura pues no hay ventanas en el lado este de su departamento, se calzo las botas y se vistió de convicción antes de ponerse el sombrero, era el día esperado, la dichosa prueba de fuego, el plazo se cumplía y el punto de no retorno se burlaba de él con cada minuto que transcurría.
Como un autómata repitió en su mente la frase que su padre con tanto ahínco le había inculcado en sus años de infancia
 
“Lo único que no tiene solución es la muerte, nadie es irremplazable, todo lo material se recupera, nadie te asegura nada o te adaptas para seguir viviendo o mueres en el intento”
Cerró la puerta como cada dia y caminó las acostumbradas dos cuadras en línea recta, atravesó el parque y se sentó en la última banca de la izquierda, hoy no tenía trabajo había pedido el día libre y tenía en el borrador de su carta de renuncia en su correo electrónico, escrita con meses de anticipación como resguardo ante la posibilidad que su mente se esforzaba por no conciderar. Era un martes extraño le costaba creer que se cumplían tres años finalmente, hoy Lucia volvería, al menos así lo había prometido, una promesa al aire que él bajo su parada de hombre desinteresado se había tomado personal y sin decirlo a nadie comenzó a esperarla, aplazó sus planes tanto de emigrar a Irlanda, como de regresar a su patria, usando escusas baratas que sus amigos disimulaban creer, pero no hay plazo que no se cumpla ni cuneta que no se pague, después de hoy nada volvería a ser igual.

El día avanzo sereno, sin prisa ni apuro pero cada minuto le confirmaba a Alberto su realidad, estaba perdiendo el tiempo.
Cuatro en punto, el momento exacto en que todo terminaba, se levantó de su asiento y miro hacia ambos lados esperanzado, un perro callejero con el pelaje revuelto y la lengua afuera lo saludo con entusiasmo a la distancia, pero el joven no fue capaz de devolverle la sonrisa. No había ni la sobra de aquella que esperaba, lamentándose y gastado sus últimas esperanzas  decidió esperar un poco más, deambulo por los alrededores encendiendo un cigarro, un hábito que había adquirido para amansar la espera de las cosas que terminan por no llegar, lo consumió lentamente y se sentó sin dejar que el dolor se reflejara en su cuerpo.

Finalmente el día termina, el sombrero de vaquero volvió a su lugar en un arrebato de resignación, Alberto miro la fotografía que había sido su luz de alegría durante los últimos 36 meses, en la imagen vivía el sueño que sabía una fantasía y disfrutaba esa alegría que con certeza le fue prestada, hoy era el final “adaptarse o morir” la vida debía continuar. Guardo su ropa mecánicamente en su maleta procurado llevarse solo lo necesario, no quería más recuerdos, bastante tenía con los que deambulaban por su mente, ya mandaría a alguien por lo demás si llegaba a hacerle falta.

Dio una última mirada a su morada y se dispuso a tomar su sombrero para marchar, pero se detuvo un instante antes de que sus dedos tocaran la tela, tenía que sacarla de su cabeza y ese era un regalo con el que ya no era capaz de cargar “adaptarse o morir” se repetía una y otra vez, aferrándose a las palabras para no desmoronarse.

Dejo el sombrero colgado en el respaldo de la silla como siempre hacia, dejo el departamento ordenado, pues detestaba regresar cansado y tener que ordenar aunque esta vez no regresaría, dejo la fotografía y todo lo demás intacto, presa de la oscuridad que finalmente se apodera de todo, cerró la puerta y camino con paso firme procurando no mirar atrás.

Cerca de la media noche sin aviso y sin espera cuando el calor ha desparecido de las paredes una perdida mano golpea la puerta sin respuesta, es demasiado tarde para seguir esperando, demasiado tarde incluso para las esperanzas. 




sábado, 21 de septiembre de 2013

El Final

“Pásame la leche cielo”
 La frase resuena en el aire enmascarando una orden con una petición, endulzando las palabras con aquel sobrenombre que dejo de tener una connotación afectiva y se convirtió  simplemente en uno de los tantos arcaísmos perdidos de lo que fue un gran amor, hoy simplemente muestra de la costumbre en la cotidianidad que devora los días.

-          Pásame la Leche, Cielo- repitió  Camila mirando la caja que se encontraba justo del otro lado de la mesa, ciertamente podría estirarse para alcanzarla pero no estaba de humor para ello.
-          Esteban – exclamó perdiendo la paciencia,
-          ¿Sí? – preguntó el aludido escapando por primera vez de sus pensamientos internos a lo largo de esta mañana.
-          Que me pases la leche- ordeno molesta.
Acto seguido Esteban tomo la caja de rectangular y la dejo unos pocos centímetros más cerca de Camila, aun lo bastante lejana para poder tomarla sin estirarla.

-          ¿es broma?- pregunto la afectada.
-          ¿Qué cosa?
-          Si no querías pasármela, solo tenías que decirlo.
-          ¿Por qué tienes que ser tan buena para reclamar?
-          No es cosa mía, tu eres el que no coopera en nada.

Esteban se detuvo un momento antes de contestar para mirar a su mujer por encima de sus lentes de marco grueso, era la misma persona con quien había compartido sus días los últimos tres años, la misma persona que veía cada mañana, y con la que tenía la misma discusión cada cierto tiempo pero aun aquella confrontación se había vuelto fría. Camila lucia frente a él estoica inamovible, su ondulado cabello castaño no se despeinaba  en lo más mínimo ante sus fingidos accesos de emoción, sus delgados labios no se fruncían como ocurría cuando algo realmente le molestaba.

-          ¿Qué quieres de mi Camilla?
-          No te hagas el buen samaritano, solo te estoy pidiendo un poco de colaboración
-          Trabajo todo el día, estoy al tanto de que no te falta nada, te acompaño y te consiento, sabes que he dejado todo por ti
-          ¿crees que yo no he hecho nada? – preguntó retóricamente- vamos no era necesario que  tirarte al piso a llorar solo te estaba pidiendo al leche- exclamo mientras se levantaba de la mesa  con ademan ofendido
-          No vas a desayunar – preguntó  Esteban
-          No tengo hambre
-          Como quieras – exclamo indifernte.

Camila miro a esteban, ahí con la mirada baja, tras una taza de café se encontraba el hombre con quien había compartido sus noches aquel que se encontraba a su lado en el despertar de cada mañana, aquel que nunca había dado grandes motivos de queja pero tampoco de alabanza, el hombre que había elegido y al que estaba acostumbrada pero que simplemente no se sentía tan bien a su lado.
-          ¿Por qué eres tan frio?
-          ¿Por qué eres tan manipuladora?

Las palabras se cruzaron entre miradas tan conocidas que era difícil diferenciar si realmente habían sido pronunciadas o simplemente se interpretaban a través de los ojos. Era una discusión de nunca acabar que volvía a comenzar, es cierto su vida era tranquila y realmente no había intención suficiente de modificarla, pero entre las discusiones de cada mañana y los abrazos culposos de cada noche ambos sabían que no era suficiente.
La discusión se prolongó un poco más que lo acostumbrado, empezaban a desgastarse con cada palabra
-           ¿Cuál es tu problema? – Pregunto Camila finalmente – ¿me quieres?
-           Si - respondió Esteban de forma automática
-          ¿entonces?
-          Es solo que no quiero seguir así
-          Entonces es todo.

Esta vez Esteban no tuvo la suficiente energía par a continuar, tomo su maletín y se marchó a trabajar, con la inquietante esperanza de que esta fuera solo una discusión más y que al volver a asa todo sería como siempre, pero en el fondo sabía que no era así, retardo su vuelta a casa prolongando la espera de lo inevitable. Al volver aquella noche supo al ver los ojos de Camila que esta vez todo había terminado.
Una vez el punto final estuvo firmado y no había nada más que hacer, volviendo a clama u secando las lágrimas, Camila se sentó en la cama y converso con su compañero como lo había hecho tantas veces antes de ser pareja, como lo había hecho cuando eran amigos.

Es curioso – comenzó a decir- la gente piensa que las relaciones terminan por infidelidades, por falta de sexo, por mil y una cosa pero la verdad es que terminan por cosas tan simples como discusiones por la leche.

-          Tampoco es que tuviéramos mucho sexo. respondió Esteban con una sonrisa cómplice
-          Quizás debimos dejarlo antes- respondió ella con una risita mientras dejaba escapar un par de lágrimas.
-          Sabes tienes razón- apoyo el hombre mientras se acercaba y secaba las lágrimas de su compañera con sus manos, un acto tan arraigado que le resultaba imposible  renunciar a el -  lo cierto es que las discusiones por cosas como la leche terminan relaciones, pues cuando llegas al punto que eso te importa lo bastante para reclamarlo y no lo suficiente para hacer algo al respecto, la relación simplemente está perdida.


Ambos se miraron a los ojos y entre lágrimas se abrazaron por última vez sabiendo que este era el final.



sábado, 3 de agosto de 2013

Tramite

Paso a paso la luz va desapareciendo a medida que Rubén desciende los escalones, el brillo artificial parece lúgubre ante sus ojos, las personas deambulantes parecen fantasmas a su alrededor y su mente se confunde entre el pasado y el presente.

La escalera termina y el piso firme parece deshacerse bajo sus pies, mira su reloj para asegurarse que es la hora indicada “será rápido” se alentó a si mismo aun con temor a levantar la vista. Paseo la mirada entre el sin número de figuras que recorrían la estación. Se tardó solo unos segundos en reconocer la imagen de Nicole, inconfundible para él, puesto que conocía esa silueta mejor que su propio cuerpo, había deslizado sus manos por aquella piel demasiadas veces como para olvidarla de un día a otro. Ahí estaba Nicole a tan solo unos metros, la misma que provoco tantas sonrisas y lágrimas en él, ahí estaba Nicole entre los brazos de otro con los ojos cerrados y los labios ocupados.


Una punzada atravesó su pecho  y su cuerpo se voltio sin siquiera detenerse a procesar alguna sensación, se encontraba nuevamente al pie de la escalera antes de erguir su espalda, tensionar cada uno de sus músculos y decidirse a enfrentar el dolor.



-          Hola ¿llevan mucho esperando? – preguntó con una sonrisa en su rostro.
-           No llegamos recién- Respondió Nicole.
-           ¿Trajeron todo? – inquirió Rubén.
-          Todo lo que pediste – afirmo Felipe, con la mirada turbada mientras le tendía un paquete.

Solo entonces Rubén pudo levantar la vista y dejar de hablar por un instante. Que extraño era saludar sin ni un mero apretón de manos a aquel  que abrazaba cada vez que se cruzaban, Felipe que se convirtió en su amigo bajo su techo y se ganó tanto su confianza como su admiración en un instante  ahora custodiaba lo único que parecía importante en la vida. “aun espero desear golpearte” le grito Rubén en una mirada, “aun espero que lo hagas” respondió Felipe con aquellos ojos oscuros mezclados de  nostalgia, rabia, ira y dolor.

-          Perfecto – afirmó Rubén tras revisar todo.
-          Igual quedaron algunas cosas más, por si te hacen falta, podría traértelas si quieres – Musito la conocida voz de Nicole.
-          Esto es todo lo que necesito, el resto ya no importa – respondió, con tono alegre mientras sacaba un viejo reloj y lo ponía en su bolsillo.
-          El reloj de tu abuelo – exclamó ella en un último intento por ver sus ojos apelando a la complicidad que tantas veces compartieron, pero sin darle aquella satisfacción, Rubén asintió con la cabeza.
-          Gracias por todo – se despidió finalmente


Un cordial apretón de manos a un amigo que por más heridas causadas no dejaba de importar, un frió beso en la mejilla para ella cuya sonrisa significo una vida, media vuelta y un caminar firme sin el valor suficiente para dejar de andar.


Por última vez ante el inicio de los escalones, que duro parece el ascenso cuando te encuentras sumido en la oscuridad, entonces el joven se permite voltearse a contemplar por última vez una vida que dejo por propia voluntad, una sonrisa de medio lado cruzo su rostro referencia  a la plena conciencia de haber tomado la decisión correcta. Realizar el último trámite del cambio que por convicción inicio, mirar hacia arriba y ver la luz a pesar de que ni aun bajo el sol era capaz de sentir su calor. Sonreír como siempre había hecho ante cualquier dolor, ya ha terminado.




miércoles, 10 de julio de 2013

Esperanza

-          Y ¿si le volvieran a romper el corazón, seguiría entregándolo en bandeja?
-          Yo no lo entrego en bandeja.
-          No fue eso lo que pregunte.
-          Mmm… - el joven lo pensó por un momento - supongo que si.
-          ¿Por qué?
-          Simplemente porque no conozco otra forma de ser feliz.

Fue entonces cuando mire a mi pupilo, por un momento  me permití olvidarme que ya no trataba con niños de básica y acaricie si cabeza solo un instante antes de volverme a la pizarra continuar mi cátedra.

“quizás el mundo no está perdido del todo”  pensé, incapaz de disimular una leve sonrisa en mi rostro.







lunes, 10 de junio de 2013

Un último respiro


El cielo se cierra producto de los edificios que esconden su brillo, en la cotidianidad citadina es difícil no sentir el deseo de escapar cada cierto tiempo, quizás un lunes no sea el momento más indicado pensó  Jake aquella mañana, por lo que continuó caminando por los adoquines de New York, sintiendo la brisa golpearle la cara, manteniendo el calor de su cuerpo con un poco de café. Se aproximaba un tedioso día en la oficina que el supuesto descanso de fin de semana no era capaz de opacar.

Seis de la tarde en punto, el trabajo desapareció las horas  en su monotonía y al terminar el dia la luz entraba por la ventana de su oficina con la misma intensidad que cuando abrió la puerta al entrar, “no puedo con esto” se dijo en su mente, tomó su abrigo y abandonó el edificio sin despedirse de nadie, sin que nadie notara su partida. Recorrió las calles a toda velocidad en su auto pero el aire no lograba llenar sus pulmones, “quizás debí caminar” pensó mientras cruzaba el limite urbano de la ciudad, ya no tenía sentido pensarlo tanto.
Subió a uno de los escasos cerros que rodeaban la ciudad  y se introdujo en uno de los no muy conocidos miradores, el lugar estaba desierto, detuvo el motor y espero a que el sonido de la maquina desapareciera de sus oídos, que solitario se sentía en aquella poblada ciudad, pronto la estreches del vehículo comenzó a agobiarle, abrió la ventana, pero no fue suficiente por lo que se vio obligado a descender. Caminar sobre sus propias piernas le devolvió la autonomía una vez olvidada, caminó lentamente disfrutando cada paso, apoyó su cuerpo sobre el barandal de seguridad y observo la ciudad con unos ojos que nunca tuvo, las luces bailaban frente a sus pupilas lejanas recordándole la infinidad de personas que compartían la vida a su lado sin que lo notara, sin que le importaran y sin que él les importara a ellos.

Era un barandal delgado de no más de 8 cm, de ancho sin embargo, presa de un impulso, Jake se encaramo e irguió sobre él y aprovechando un equilibrio que se desconocía se posiciono frente a la vista con toda comodidad, con más facilidad que si se parara de pie en tierra firme. Por un instante miro directo hacia sus pies, como en la mayoría de los miradores de esa ciudad junto a la barrera de seguridad se encontraba una empinada quebrada, al menos unos cincuenta metros de tierra desnivelada plagada de rocas sueltas e irregulares, una muerte segura. Jake alzó la mirada sin siquiera considerar el riesgo de sus acciones, la ciudad seguía frente a él, incandescente y oscura al mismo tiempo, llena de personas y al mismo tiempo cubierta de individuales soledades,  el joven levanto los brazos y por un momento que pareció eterno se sintió un ave incapaz de volar, quiso lanzarse al vacío pues la inmovilidad lo ahogaba, aun buscaba aire para poder respirar.

Un sonido desvió sus pensamientos, su móvil sonaba en el momento preciso para demorar su pensamiento, busco entre sus bolsillo y contesto sin mirar el número.

-          ¿Aló?- saludó de forma inerte.
-          ¿Jake?  Hola amor.
-          Hola cielo, ¿Cómo estás?  – respondió el joven al reconocer la voz de su novia.
-          -Bien ¿y tú?
-            Bien – respondió de forma mecánica sin estar seguro de la veracidad de sus palabras.
-           Sé que hemos estado algo distanciados – comenzó ella y espero un par de segundo algún comentario, al no tenerlo continuo -  solo quiera decirte, que te extraño, en serio te extraño y te quiero mucho.

Silencio

-          Bueno no quiero molestarte más, de seguro estas ocupado, que tengas buenas noches amor
-          Cielo…
-          ¿sí?
-          …También te quiero
-           Lo sé – era extraño pero aun por teléfono podría percibir la sonrisa en el rostro de Jake
-          Buenas noches Linda
-          Buenas noches

La comunicación se cortó y Jake volvió a encontrarse solo en el mirador frente a la ciudad, de pie en un delgado barandal, pero esta vez  inclino la nuca y pudo ver un cielo estrellado, normalmente borrado por la contaminación lumínica, observó los astros aun con la sonrisa en sus labios y el móvil en su mano, seguía tan solo como hace 15 minutos, pero ya no se sentía igual, bajo ese mismo cielo que cobijaba a toda la humanidad había una persona que pensaba en él, tal como él pensaba en ella y en su corazón eso era suficiente para poder latir y respirar el aire que entraba a su cuerpo.

En un extraordinario movimiento de equilibrio se giró usando una pierna como eje y quedando con el rostro frente a su auto pero sin perder de vista el cosmos ni por un momento. El cuello empezaba a dolerle por la posición y la brisa le helaba las orejas. Jake miro las ciudad de soslayo por ultima vez, guardo el móvil en su bolsillo y descendió a tierra de un salto, amortiguando la ciada con una flexión de rodillas.

“todo vale la pena”  se dijo en un susurro a si mismo mientras subía a su vehículo y regresaba a la  monótona cotidianidad, que por esta noche dejaba de ser cotidiana.





Inspirado en la canción “one last breath” de Creed 




domingo, 12 de mayo de 2013

La teoría de la traición


Un pasado manchado por las traiciones conlleva inevitablemente a un futuro de desconfianza, que fácil es entenderlo ahora que todo esta perdido.
La  teoría de la traición, donde siempre se espera que el opuesto haga exactamente lo contrario a lo que dice, donde se vive mirando por sobre el hombro en espera del cuchillo que es sabido atacara por la espalda. Un ermitaño huraño se forjo no de la misantropía social sino del miedo, la teoría de la traición que implica que tu, digas lo que digas me traicionaras, es un baile de mascaras al que todos estamos acostumbrados, un pesar que se olvida porque se convierte en costumbre, más las máscaras no son eternas, mas no se puede temer de todo aquel  con el que se interactúa a distancia, pero ¿qué hace una maquina preguntándose por el pesar humano? Preguntó un mensajero al sentirse observado, ¿qué hace un hombre intentado ser una maquina? Preguntó, sin saber que podría hablar, sus tornillos de carne se tambalearon, pero las palabras se atragantan entre los circuitos. Una alucinación de una mente abandonada, las lavadoras no hablan, se repitió a si mismo mientras se acercaba a mirarla, volteándose procurando nunca dar la espalda a la puerta.
La teoría de la traición, las cadenas de dolor, que son incapaces de sucumbir y permitir reír,
No está de más mirar de soslayo al dar la espalda, no está de más la careta tan ensayada, porque la puñalada siempre  vendrá por la espalda, nunca en una amenaza descarada, el honor está olvidado, y hoy cada cual se ocupa de su resguardo, en la teoría de la traición no importa cuántas veces te salvas, porque nunca abandonaras la precaución
En la teoría de la traición todo se convierte en perdición pues ni tu reflejo se merece que confíes al verte, desconfiar de todos hasta dudar de uno mismo. Todo en un intento burdo y paranoico para que no todo sea mentira, o en su defecto, no lo parezca
Es por ello que en el avance del tiempo las cosas se invierten minuto a minuto, TJ-6 la más perfecta maquina creada por el hombre, es tan admirado por tener la incomprensible capacidad de confiar indiscriminadamente, talento que los humanos contemporáneos admiran, anhelan y temen al mismo tiempo.
TJ-6 deambula por la calles, sintiendo la soledad de un día nublado, intentado entender pro que fue creado en el mundo de los insensibles de carne, desando regresar a la calidad de sus compañeros de fábrica, era el momento culmine, donde la inteligencia del hombre creo lo más profundo de su identidad, la capacidad de sentir, el mismo momento donde perdió todo capacidad de hacerlo.




domingo, 7 de abril de 2013

Presidiario


Quizás no lo comprendas cuando a la distancia me vez mirar el horizonte con una sonrisa pero de noche es cuando más te extraño, cuando doy vueltas en mi cama necesitando tu cuerpo junto al mío, cuando miro al cielo y sueño saltar por cada estrella para poder llegar  a tu lado aunque sea solo un momento, pues se bien que con el primer brillo del sol tendré que regresar a mi morada escondiéndome entre las escasas sombras que aun queden, devolviéndote la libertad de seguir con tu realidad,  devolviendo mi mente a la condena de ser prisionera de tu imagen y encerrando mi corazón entre los barrotes de la paciencia y la prudencia, quizás no lo notes porque disfruto mi sentencia y estoy orgulloso de mis crímenes pero es innegable que soy tu prisionero.




sábado, 30 de marzo de 2013

Decisiones


“Es la interdependencia entre presa y depredador lo que genera la homologación de los animales salvajes con la especie humana”

Robert cerro el libro molesto ante aquella frase, reclamando ante los errores semánticos y los silogismos mal interpretados que implicaba, lo cierto es que su mayor pesar es la fuerte sensación de que tenía razón, el depredador necesita de su depredado para mantener su vida, el depredado necesita de su depredador para terminarla, ambos generan una dependía para continuar con su ciclo vital, así como los humanos dependen de otros humanos para poder sobrellevar momentos y situaciones, el gran error era el reduccionismo de la frase al no considerar la naturaleza fluctuante y dual de los humanos donde se puede pasar de presa a cazador y viceversa además de poder ser las dos cosas al mismo tiempo de un modo relativamente aristotélico. El problema de Robert no era la comprensión de la materia sino la propia interpretación e identificación con ella, después de todo a nadie le gustaba sentirse la pieza vulnerable en la partida.

El joven de no más de veintidós años se inclinó en su silla y revolvió su oscuro cabello con sus manos intentando apartar los pensamientos confusos de su cabeza, empresa no fácil al notar el brillo en su teléfono móvil, se trataba de un mensaje.

“nos vemos esta tarde, a las 4, donde siempre”

Robert deslizo sus dedos por el teclado y genero al instante una respuesta de forma afirmativa, pese a que sabía bien que no era una pregunta, se detuvo un momento antes de enviarla, en  un intento de tomar conciencia de sus a actos, a pesar de que no tenía el habito de hacerlo en estas circunstancias. “a las fauces del depredador” se dijo así mismo y presiono el botón de enviar.

 Alzó la cabeza dejando que la luz que entraba por la ventana lo iluminara, quizás debería seguir estudiando, pero lo cierto es que no estaba de humor y dudada de su capacidad para enfocarse en la materia de forma académica por lo cual tras eternos minutos disfrutado la tenue calidez del sol que lo cobijaba decidió salir de la biblioteca con el mero propósito de sentir sobre su piel el calor natural sin las barreras de cristal que los separaban.

El viento abrazaba el cuerpo de Robert que veía las hojas caer cambiando sus tonalidades ante el brillo del sol manifestando la presencia del otoño, el olor a humedad en el aire lo instaba a sentirse cercano al final. Su mente, la materia y el ambiente le mantenían presente que este era un dia diferente, se avecinaba un cambio y seria él mismo quien lo provocaría.

A las cuatro de la tarde Robert se encontraba puntual en el lugar indicado, vio la figura de quien esperaba y sintió la vulnerabilidad de su espíritu y de sus emociones tan viva como si no tuviera husos y piel que sostuvieran su cuerpo. No obstante se mantuvo firme.

- hola- susurro su acompañante mientras tomaba el mentón de Robert para disminuir los centímetros que separaban sus labios.

Robert por su parte en un acto que le requirió mas dominio de si mismo que cualquier cosa que hubiera hecho, aparto su rostro.
-          te estas haciendo de rogar – exclamó en tono molesto
-          no, por lo general no tengo la capacidad de hacerme el difícil contigo- Respondió Robert con dureza
-          ¿Qué pasa Robert? ¿te estas cansando del juego?
Robert se apartó un par de metros, la cercanía de Rene empezaba a asfixiarle, siempre había estado consiente de la situación en que se encontraba así como siempre se había sentido no más que una presa en este juego de depredación.

-          Si, me estoy cansando- respondió finalmente para la sorpresa de su contraparte
-          Bien, ya sabes que debes hacer, la puerta es bien ancha querido – musito René con aquel tono manipulador tan propio de su personalidad.
El joven pelinegro miro a su acompañante dudoso de su actuar y tras solo una par de segundos la aparto para no flaquear, la decisión estaba tomada y eres preciso ejecutarla antes de que el valor abandone su espíritu
-          Entonces eso es todo-  exclamó Robert en tono bajo pero seguro
-          Como gustes- respondió René mientras alzaba sus cejas con picardía paralizando a su compañero.

En un abuso de arrogancia René se acerca y besa la mejilla de su compañero, denotado la poca importancia que brindaba  a las palabras que acaba de escuchar. Un acto que no se prolongó por más de tres segundos tras los cuales se retiró sin el menor comentario.

Robert sintió como su corazón se despedazaba en medio de su pecho al ver a la persona que mas le importaba alejarse, con su acostumbrado andar despreocupado, probablemente con su sonrisa segura y su común gesto de suficiencia pero a pesar de que la angustia oscurecía su pecho una extraña tranquilidad le acompañaba, se había liberado de sus ataduras por el mismo, una nueva vida acaba de comenzar.



viernes, 8 de marzo de 2013

Destino


Las palabras corren desesperadas de los labios que se encuentran ignorantes de haberlas dejado escapar

Andrea no puede evitar escucharlas, al instante se voltea, el tiempo detiene su curso constante por un momento eterno que le permite  verlo como hace demasiados años que no lo veía  Como el hombre que la enamoro, fuerte y arrogante pero al mismo tiempo muy frágil  siempre pensó que Victor  destruiría su corazón  nunca imaginó que todo pudiera terminar asi.

Ahora que el aire los envolvía en una burbuja que era capaz de separarlos del mundo, era fácil verlo como en aquel tiempo, ahora que todo estaba apunto de terminar era fácil recordar el momento del inicio.
Él, el típico amigo de un amigo, que es conocidos por todas, pues era guapo y popular con las mujeres, ella una chica normal, responsable y con su par de pretendientes, pero Victor era diferente, él realmente cautivo su corazón desde que sus miradas se cruzaron. tarde o temprano ocurriría lo esperado, compartiendo amistades era inevitable que se conocieran y hablasen  una cosa llevó a la otra y pronto fueron mucho mas de lo que ambos se podrían imaginar.

Dos años transcurrieron en un pestañeo y el recorrido de la vida continuo su paso y el presente se manifestaba en le paso firme y tranquilo que ahora llevaba a Andrea frente aquel que por mucho tiempo llamo "su único amor", lo miro a los ojos como tantas veces había hecho  mientras las palabras resonaban en su mente

"ya no te amo"

- Yo tampoco- contestó Andrea con verdadera sinceridad

Victor la abrazó, como no hacia en mucho tiempo, con verdaderos deseos de estrecharla en sus brazos

- gracias- respondió en un arrebato de honestidad.

-Adiós - respondió ella cuando se desprendió de aquellos brazos que pensaba que nunca abandonaría

Una sonrisa compartida se figuraba en el rostro de los otrora amantes, que bajo el dolor y la nostalgia disfrutaban el cambio que se avecinaba.