domingo, 25 de diciembre de 2011

Capitulo 4

La habitación era alargada y amplia con un techo alto, en su interior solo se encontraban, los acostumbrados guardias junto a la puerta, una figura ubicada en un sillón al final del pasillo alfombrado y otra figura junto a ella ambas ubicadas a alrededor de un metro de altura debido a los acostumbrados escalones y ladrillos propios de estas habitaciones, el joven avanzo con seguridad por el pasillo mirando detenidamente a las personas que lo esperaban, ambas eran mujeres, al instante adivino que Sybille debía ser la figura ubicada en el sillón, no porque reconociera sus rasgos, ni porque el estar sentada le brindara mayor rango sino no por la expresión de solemnidad en el rostro de su acompañante, la misma expresión que tantas veces había visto entre guardias, instructores, militares, o cualquiera que tuviera alguna relación con esa arcaica y casi extinta actividad bélica.

Willyen se detuvo en seco a exactamente diez metros de distancia entre Sybille y su acompañante, e inclino su cabeza realizando el acostumbrado saludo a personas de rango superior, su cuerpo estaba tenso y sentía grandes deseos de moverse y mirar detenidamente a sus interlocutoras, pero estaba consciente que debía mantenerse firme y mantener el saludo hasta que Sybille hablara, tal como decían los manuales de comportamiento. Los segundos parecían eternos y el silencio parecía ser dueño de la habitación, Willyen buscaba en su mente si es que había olvidado algo en el saludo, o si había alguna forma de iniciar el la conversación, pero no encontraba nada entre su memoria, ciertamente la clase de comportamiento público y compostura nunca fue de sus preferidas y sentía que los años sin prestarle atención ahora le estaban pasando la cuenta.

-Derecho Willyen, quiero ver tu rostro – la voz de Sybille era suave y paciente, con ese tono de calma que se adquiere solamente tras haber vivido muchos años o muchas experiencias y se ah adquirido la certeza de que es mejor mantener la tranquilidad para disfrutar los momentos. Willyen tardo en reaccionar estaba tan inserto en sus cavilaciones que el sonido a pesar de ser firme y claro, le pareció lejano y débil, casi como un producto de su imaginación, finalmente tras 45 segundos que parecieron horas alzo el su rostro, siendo recibido por una cálida sonrisa en los labios de Sybille y por unos celestes ojos que lo escrutaban con expectación.

Sybille parecía una mujer madura de alrededor de unos 40 años. Willyen la escruto con detenimiento por una suerte de efecto hipnótico en su persona, su cabello era oscuro sin ninguna cana de un Negro tan oscuro como el Zeltom del planta Creiber, su contextura era delgada incluso parecía frágil para la vista, bajo su túnica azul oscuro que junto a la luz producían que su piel se viera mucho mas blanca de lo que era en realidad, su rostro era ovalado con solo un par de pequeños surcos cerca de sus ojos y en el contorno de su boca, únicas arrugas evidencias de su edad, sus manos por otro lado, cruzadas sobre su regazo parecían, suaves, más bien delgadas, con una vitalidad propia de una adolecente. Estas llamaron más que cualquier cosa la atención del joven que no podía dejar de mirarlas, hasta que súbitamente una hoja afilada se puso frente a sus ojos, Willyen sorprendido retrocedió un par de paso hacia atrás y tropezó con los escalones, una vez en el piso y con el filo de una lanza contra su cuello tomo conciencia de lo que ocurría, presa de su contemplación hipnótica había avanzado sin darse cuenta y había subido los escalones hasta encontrarse a tan solo un palmo de Sybille y como era de esperarse su guardia la había protegido.

- Nidhara tranquila, no queremos asustar a nuestro invitado – la detuvo Sybille en un tono que a Willyen le pareció irónico, pero al menos había tenido el efecto de alejar el arma afilada de su cuerpo.

El joven rápidamente se puso de pie y se ubico nuevamente a diez metros, parándose recto e intentando recuperar un poco de compostura, hecho que parecía divertir enormemente a Sybille quien se sonreía silenciosamente desde su puesto.

- Me parece joven Willyen que eso ha sido suficiente por ahora, lo veré esta noche en mi habitación – la mujer pronuncio las palabras sosegadamente sin dejar de sonreír, mientras hacia un gesto de despedida con su mano derecha.

Willyen sin comprender del todo que acaba de ocurrir, no se hizo de rogar, dio medio vuelta y salió de la habitación tan rápido como se lo permitían las reglas de etiqueta, cuando cruzo el dintel de la puerta la confusión aun estaba en su mente, su primer encuentro con Sybille parecía mucho más extraño de lo que él había podido imaginar.






martes, 6 de diciembre de 2011

Presa y cazador

Las miradas se cruzaron, solo bastó un instante para reconocerse, presa y cazador se encontraron el uno al otro en una breve mirada que despareció todo alrededor. La liebre grácil y ligera se deslizó ante el primer pestañeo, el zorro acostumbrado a este tipo de artimañas se adelanto a sus pasos interponiéndose entre ella y la única salida.
-¿Cuándo nos convertimos en enemigos? – pregunto irónico y cauteloso
-¿Alguna vez no lo hemos sido? – respondió en contra pregunta, con esa voz tan dulce que es capaz de conquistar a los zorzales pero con un tono tan frio que aun el sol se congelaría si hubiera estado al alcance de su aliento.

Es extraño quien hubiera sido capaz de mirarlos juraría que un destello de tristeza se poso en sus ojos, un pequeño destello brilló opacado rápidamente por el aroma a muerte que inundaba la habitación.

Zith levanto un brazo hacia su presa, procurando moverse con la velocidad precisa que permitiera a su víctima escabullirse, ciertamente no quería acabar con ella pero permitirle vivir implicaría firmar su propia condena de muerte.

Ágilmente atrapo su brazo de un zarpazo, las uñas se clavaron sobre la piel y se tiñeron los dedos del acostumbrado color carmesí, él la miro sorprendido, a lo largo de su trayectoria muchas personas habían intentado resistirse, pero esta manifestación literal de la conocida frase “pelear con uñas y dientes” le resultaba por decirlo menos irrisoria. De pronto movió su brazo en forma violenta provocando que Laura se estrellara contra la pared contigua y quedando inconsciente de forma casi automática.

-terminemos con esto- murmuro Zith al tiempo que se acercaba al cuerpo indefenso. Apunto la pistola hacia su cráneo con un gesto mecánico, pero algo lo detuvo al momento de presionar el gatillo, no tenia porque ser tan rápido, la contemplo por última vez, ella con su piel blanca, con su cuerpo menudo, ella que había cambiado su vida, por quien incluso habría dejado de matar, si tan solo las cosas hubieran sido diferentes, pero ¿como explicarle a alguien que tu trabajo es extinguir la vida de las personas? Aturdido miro a su alrededor en un esfuerzo vano de espantar tales pensamientos de su mente, pero ahí justo en medio de la habitación yacía el cuerpo de un desconocido, un numero más en su lista de tareas del día, había pensado ir por él a las 4 pm. Pero el planeta está lleno de ingenuos y este había ido en su busca con la intención de acabar con su sicario antes de ser asesinado.

Todo había pasado demasiado rápido, Laura había entrado por la puerta en el preciso instante en que él había disparado a sangre fría. Solo basto una mirada para entenderlo todo y ahora ella respira irregularmente en espera de su muerte. Zith se acerco lentamente y la beso en un último gesto de despedida, pero para su sorpresa los cálidos labios le respondieron el tierno acto,  dulce alegría que no duro más que un momento siendo reemplazada rápidamente por una afilada punzada de dolor.

Laura se aparto, se puso de pie y limpió el filo de un cuchillo con un pañuelo que saco de su bolsillo sin dejar nunca de observar a su víctima. Zith cayó con ambas rodillas en el piso mientras sentía la sangre deslizarse por su estomago.

-Lo siento querido, son negocios – respondió ella ante la pregunta que se dibujaba en sus ojos – No te preocupes, esto será rápido – agrego mientras se deslizaba a su espalda, Tomo sus cabellos con solo una mano exponiendo su cuello y alzo su arma con la otra. Basto una fracción de segundo para que todo hubiera terminado, el cuchillo rodo por el suelo y el cuerpo de Laura se desplomo aun con la mirada decidida y la mandíbula firme en un gesto de convicción. Zith que aun tenía su pistola difícilmente se puso de pie y contemplo la herida, la bala había entrado bajo la ultima costilla derecha y no había salido, probablemente porque alguno de los huesos del hombro derecho se lo impidió.”Fue un buen disparo” pensó para sí, mientras cerraba los ojos de su amada, probablemente ella no había sentido nada, pero el aun se desangraba, deambulo por la habitación, miro su reloj, eran las 4pm mas 2 minutos, ingirió un par de analógicos junto a un trago de Whisky y empezó a cocer la herida, esto era solo un gaje del oficio.

El verdadero problema de ser un asesino es que todos en algún momento desean matarte.