sábado, 13 de octubre de 2012

Soldado


Recobrando las fuerzas, dirigiéndose al nuevo destino, el joven desarmado levanta su semblante, los miembros le duelen, la sangre se desliza por el borde de su rostro. La sombra de un arma le devuelve la vista robada por el sol y una mano celestial le invita a sonreír ante el paraíso. Cae al piso tras ponerse de pie evidenciando los muñones de sus piernas cercenadas.

Lamentablemente sigo vivo…