Las miradas se
cruzaron, solo bastó un instante para reconocerse, presa y cazador se
encontraron el uno al otro en una breve mirada que despareció todo alrededor.
La liebre grácil y ligera se deslizó ante el primer pestañeo, el zorro
acostumbrado a este tipo de artimañas se adelanto a sus pasos interponiéndose
entre ella y la única salida.
-¿Cuándo nos convertimos en
enemigos? – pregunto irónico y cauteloso
-¿Alguna vez no lo hemos sido? –
respondió en contra pregunta, con esa voz tan dulce que es capaz de conquistar
a los zorzales pero con un tono tan frio que aun el sol se congelaría si
hubiera estado al alcance de su aliento.
Es extraño quien
hubiera sido capaz de mirarlos juraría que un destello de tristeza se poso en
sus ojos, un pequeño destello brilló opacado rápidamente por el aroma a muerte
que inundaba la habitación.
Zith levanto
un brazo hacia su presa, procurando moverse con la velocidad precisa que
permitiera a su víctima escabullirse, ciertamente no quería acabar con ella
pero permitirle vivir implicaría firmar su propia condena de muerte.
Ágilmente
atrapo su brazo de un zarpazo, las uñas se clavaron sobre la piel y se tiñeron
los dedos del acostumbrado color carmesí, él la miro sorprendido, a lo largo de
su trayectoria muchas personas habían intentado resistirse, pero esta
manifestación literal de la conocida frase “pelear con uñas y dientes” le
resultaba por decirlo menos irrisoria. De pronto movió su brazo en forma violenta
provocando que Laura se estrellara contra la pared contigua y quedando inconsciente
de forma casi automática.
-terminemos con esto- murmuro
Zith al tiempo que se acercaba al cuerpo indefenso. Apunto la pistola hacia su
cráneo con un gesto mecánico, pero algo lo detuvo al momento de presionar el
gatillo, no tenia porque ser tan rápido, la contemplo por última vez, ella con
su piel blanca, con su cuerpo menudo, ella que había cambiado su vida, por
quien incluso habría dejado de matar, si tan solo las cosas hubieran sido
diferentes, pero ¿como explicarle a alguien que tu trabajo es extinguir la vida
de las personas? Aturdido miro a su alrededor en un esfuerzo vano de espantar
tales pensamientos de su mente, pero ahí justo en medio de la habitación yacía
el cuerpo de un desconocido, un numero más en su lista de tareas del día, había
pensado ir por él a las 4 pm. Pero el planeta está lleno de ingenuos y este
había ido en su busca con la intención de acabar con su sicario antes de ser
asesinado.
Todo había
pasado demasiado rápido, Laura había entrado por la puerta en el preciso
instante en que él había disparado a sangre fría. Solo basto una mirada para
entenderlo todo y ahora ella respira irregularmente en espera de su muerte.
Zith se acerco lentamente y la beso en un último gesto de despedida, pero para
su sorpresa los cálidos labios le respondieron el tierno acto, dulce alegría que no duro más que un momento
siendo reemplazada rápidamente por una afilada punzada de dolor.
Laura se
aparto, se puso de pie y limpió el filo de un cuchillo con un pañuelo que saco
de su bolsillo sin dejar nunca de observar a su víctima. Zith cayó con ambas
rodillas en el piso mientras sentía la sangre deslizarse por su estomago.
-Lo siento querido, son negocios
– respondió ella ante la pregunta que se dibujaba en sus ojos – No te
preocupes, esto será rápido – agrego mientras se deslizaba a su espalda, Tomo
sus cabellos con solo una mano exponiendo su cuello y alzo su arma con la otra.
Basto una fracción de segundo para que todo hubiera terminado, el cuchillo rodo
por el suelo y el cuerpo de Laura se desplomo aun con la mirada decidida y la mandíbula
firme en un gesto de convicción. Zith que aun tenía su pistola difícilmente se
puso de pie y contemplo la herida, la bala había entrado bajo la ultima
costilla derecha y no había salido, probablemente porque alguno de los huesos
del hombro derecho se lo impidió.”Fue un buen disparo” pensó para sí, mientras
cerraba los ojos de su amada, probablemente ella no había sentido nada, pero el
aun se desangraba, deambulo por la habitación, miro su reloj, eran las 4pm mas
2 minutos, ingirió un par de analógicos junto a un trago de Whisky y empezó a
cocer la herida, esto era solo un gaje del oficio.
El verdadero problema de ser un
asesino es que todos en algún momento desean matarte.

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