Tic-tac tic-tac, 3:32 de la mañana,
nuevamente debatiendo con los pensamientos Robert se enreda entre las sabanas,
girando una y otra vez intentando encontrar la posición que le acomode más,
intentando cansarse, intentando dar caza a Morfeo, pero no tiene éxito, sabe
bien que el sueño se le ha vuelto esquivo hace ya mucho tiempo y no hay nada
que pueda hacer contra eso.
Es por ella o por ella, siempre
hay una mujer que entretiene su mente y le roba la tranquilidad ya debería estar
acostumbrado a ello pero no es así. 3:38 Robert sigue cada cambio en su reloj
electrónico con la misma atención que un estadista observa una variable, como
si de un momento a otro el cambio se convirtiera en un determinante y su vida
se restableciera como nunca lo ha hecho.
Tic-tac tic-tac ya empieza a asfixiarse
con las sabanas, ya empieza a sentirse aplastado por su mente, ya empieza a
asumir que nada tiene sentido ni siquiera dormir. En un arrebato salta de su
cama y se ponen a deambular de un lado a otro por la habitación solo con el
objeto de satisfacer la necesidad de movimiento, solo para intentar escapar de
sus pensamientos, pero era inútil, volvía a la cama, volvía cerrar los ojos,
volvía a perder el tiempo.
La noche no está despejada sin
embargo la luna regente tiene un brillo tal que es capaz de colarse por las
ventanas a través de las cortinas e iluminar al joven con luz suficiente como
para permitirle delinear cada uno de los objetos en su conocida habitación.
Pero ya son las 3:47 y no hay nada que
hacer salvo mirar el reloj, sentado en
el borde de la cama sumido en esta variable oscuridad todo parece más simple, más
lejano, menos importante. Con todo gusto cerraba los ojos intentando escapar de
la oscuridad, pero al interior de sus parpados el negro era aún más profundo,
mas implacable incluso más abrazador.
Robert siente una suave mano
tocar su mejilla, pero no se sobresaltó ante el tacto, ha vivido demasiado tiempo con sus fantasmas
para que hayan dejado de ser una sorpresa.
-
Vete
Sabine – exclamó quedamente mientras apartaba el rostro con fastidio. Sin
siquiera dirigir la mirada a esa figura que conocía bien.
El haber aprendido a vivir con
sus recuerdos no significaba que quisiera mantenerlos a su lado simplemente ya no
sabía que más hacer para apartarlos. Venían sin que los llamara y se marchaban
de un momento a otro sin previo aviso
pero, lamentablemente, siempre volvían
quizás esta era su peor condena.
Tic-tac tic-tac “estoy perdiendo
el tiempo” grito en su mente sumiéndose en el completo silencio tendiéndose de
espaldas sobre su cama retomando su cacería del mundo onírico que se niega a
recibirlo, intentando escapar de la realidad.
-
No
me abandones – le susurro Sabine en el oído mientras se acurrucaba en su costado
apoyando la cabeza sobre su hombro.
Instintivamente puso un brazo
sobre aquel lugar donde ella debería estar, intentado abrigar un ingrávido
cuerpo completamente intangible
-
Debo
seguir con mi vida, ya no puedo continuar así – intento explicarse Robert
-
Ella
no te quiere, eres consciente de ello ¿porque insistes en buscarla si lo único
que hace es despreciarte una y otra vez?
-
Tú
sí que sabes de eso ¿no?- se burló arqueando una ceja con la mirada fija en el
techo de habitación.
-
Yo
te quería, de hecho aún te quiero y lo sabes – respondió Sabine aferrándose a
su cuerpo.
-
Tú
no sabes querer a nadie
-
Dame
otra oportunidad – suplico mientras
ponía el teléfono móvil sobre su pecho
-
Nunca,
eres un ciclo cerrado - replicó él tomando el móvil y dejándolo sobre el reloj
digital que marcaba las 4:02
-
Entonces
¿Por qué sigo aquí? - preguntó
seductoramente mientras se sentaba sobre las caderas de Robert de forma erguida
invitándolo a apreciar todos sus atributos.
-
Créeme
que me he hecho la misma pregunta demasiadas veces – respondió Robert incapaz
de apartar la mirada de los claros ojos de aquella mujer que parecían brillar
en medio de tanta oscuridad.
-
Aun
me amas - exclamó Sabine al tiempo que se inclinaba para besarlo, mientras endurecía
su virilidad con el suave tacto de sus manos.
-
Ya
no - exclamó Robert mientras la apartaba de su cuerpo y se levantaba de la
cama- ¡ya no significas nada para mí!
La rechazo con tal vehemencia que
el mismo se estremeció ante sus palabras, pero ella no parecía darse por
aludida, no tenía intención de rendirse, siempre fue peligrosamente obstinada,
esa era una de las tantas cualidades que lo habían invitado a caer a sus pies.
-
Vamos,
sabes que a ella ni siquiera le interesas, sabes que si pudiera dejar de verte
lo haría, sabes que concentrar tu poca energía en ella no tiene sentido. ¿por
qué lo haces?
-
En
primer lugar ella con su sola presencia me hace mejor que tú con tus palabras,
en segundo lugar aunque ella no estuviera no volvería a ti y conoces muy bien
mis motivos.
-
Mientes
- exclamó ella- y nunca has sido buen
mentiroso.
-
No
tengo porque soportar esto, ya pague mis culpas – exclamó, molesto, mientras se
dirigía a la salida de la habitación.
Se encontraba en el mismo dintel
de la puerta cuando la imagen de Sabine casi tan corpórea como su existencia se
figuró frente a él
-
No
puedes escapar de mi- exclamó ella cortándole el paso, Robert intento apartarla
pero su brazo simplemente atravesó su imagen.
-
Soy
parte de ti, estas condenado a mi presencia- se burló ella
-
No
es cierto – negó Robert mientras se marchaba en dirección opuesta
-
¿Qué
harás ahora? No puedes correr eternamente, vuelve a mí – lo presiono
Sabine materializándose nuevamente
frente a su rostro.
-
Voy
a terminar con esto - respondió Robert
mientras un brillo de demencia iluminaba sus ojos.
-
Palabras,
solo palabras, no puedes hacer nada contra mi
-
Me
subestimas como siempre - respondió él mientras atravesaba su imagen y entraba
al baño.
Se miró al espejo un momento, estaba
demacrado, había perdido la musculatura de la que tanto orgullo había
sentido antaño, su 1.82mts de altura se veían
mucho más pequeños y la barba incipiente amenazaba con invadirle el rostro,
pero eso no era nada comparado con la desesperación que emanaban sus celestes
ojos, nunca había sido particularmente guapo pero ahora se sentía en
decadencia, levanto la vista y vio a Sabine en el umbral de la puerta, que
distinto era cuando la conoció..
-
Conmigo
eras un galán, un hombre envidiado y codiciado, ahora mírate eres solo un
despojo de lo que eras, vuelve a mí y vuelve a ser lo que eras.
-
Déjame
tranquilo - respondió Robert cerrando la puerta del baño
-
Entiende
que no puedes apartarme de ti - le recordó ella mientras aparecía nuevamente
ante su vista.
-
Ya
veremos – amenazó él mientras sacaba la hoja de una de sus máquinas de afeitar
-
¿Qué
harás? ¿cortarme en pedazos? – se burló ella sin el menor temor
-
No,
hare algo aún mejor.
Robert levanto la hoja para
contemplar su brillo pero había demasiada oscuridad, solo había una forma de
comprobar el filo, sin pensarlo dos veces clavo firmemente la delgada hoja en
su brazo izquierdo y sintiendo como el calor de su sangre recorría su piel acompañado
de un sutil dolor repaso el corte con la yema de un dedo “no va a funcionar, es
muy delgada” se dijo a sí mismo. Rápidamente se incorporó y busco más hojas, tenía
tres más embazadas, con la que mantenía en su mano eran cuatro.
-
Espero
sean suficientes - Exclamó en voz alta al tiempo que notaba que todo estaba en
silencio, Sabine había desaparecido, pero solo era temporal lo sabía, no podía
retroceder ahora.
Tomó las hojas en línea y arremetió
esta vez contra su muslo derecho, el filo atravesó el tejido con suavidad sin
encontrar resistencia, Un corte profundo que se abría y le suplicaba a Robert
dejar de estar de pie, el joven cayó al piso deslizándose por la pared del
pequeño cuarto mientras sonreía. La sangre bañaba sus manos y aun en aquella
oscuridad sentía como el líquido escarlata brillaba, como escapaba de su cuerpo
liberándolo de todo el veneno que había acumulado por años.
Solo un corte más y todo
terminaría, giro la cabeza hacia la izquierda y volvió a alinear las hojas en
su mano intentando que no se resbalaran entre el líquido vital.
-
¡No
lo hagas! - suplico la voz de Sabine desde el interior de su mente
Pero era demasiado tarde sin
darse tiempo de dudar deslizo el filo firmemente por su cuello acabando con el
flujo continuo de la arteria pulmonar. Cerró los ojos sintiendo el cuerpo
caliente, sintiendo su corazón acelerando intentado restablecer la vida que se
escapaba de sus músculos, sintiendo todo dentro de él convulsionar y al mismo
tiempo deseando finalmente descansar.
Tic-tac
tic-tac 6:53 am, el cielo comienza a aclarar ante la llegada del amanecer
-
Bueno
días – saluda una conocida voz
Robert,
abre las ojos, incrédulo ante la imagen de Sabine
-
Si
bien yo soy solo un recuerdo, olvidar, empezar de nuevo, morir, soñar, ser
feliz, son derechos humanos y ni yo ni tú, amor mío, somos humanos, lo siento –
se explicó la joven mientras se desvanecía al ser atravesada por los rayos del
nuevo día.
-
Adiós
– se despidió Robert con dolor
-
Hasta
mañana – respondió ella sintiendo la decepción del joven apuñalando su onírica existencia,
volviendo a despertar.
