miércoles, 1 de junio de 2011

De vuelta al sillón del observador

Vuelve a caminar por las calles, patea las piedras con la puntas de sus zapatos como cuando lo hacía de antaño, su mente parece confundida, no parece saber a dónde ir y sin embargo se niega a detenerse. Veo como voltea su cabeza hacia atrás mirándome fijamente a los ojos siendo incapaz de ver, tan ciego como lo son todos los demás, y su incomprensión lo asusta acelera el paso sin tener motivo para huir, sin tener rumbo ni dirección, una imagen singular.

Su figura se delinea por la luz de la luna al cruzar una esquina, curioso hubiera jurado que era de día hace solo un momento, quizás el perdido sea yo y no el. Le sigo entre las tinieblas con el único propósito de saber que será de él. Sé que parece absurdo pero el único beneficio de tener la eternidad a disposición es poder darse gustos que para la mayoría parecen absurdos. Me adelanto y veo sus ojos llenos de sal, que imagen tan triste produce la inmensa soledad, cae al piso lo veo hundirse más allá de donde se es posible alcanzarlo y con curiosa inconexión se levanta, corre, entra a un callejón sin salida y golpea la pared con su puño descubierto. Atrapado como un ratón en una jaula, peor que eso en realidad puesto que no solo esta encerrado sino tiene la conciencia de que su motor inicial era una mentira por tanto aunque s e supiera libre no sabría a donde ir. Sería tan fácil acabar con su pesar, sus manos sangran las lágrimas carmesís que sus ojos no pueden derramar, me acerco no para verle mejor sino que para acompañarlo a su final.

La confusión le impide notar mi presencia, seré rápido hay algo en el que me hace sentir extrañamente identificado, quizás sea que ambos corazones están cercenados por dagas que nadie más puede apreciar. La reflexión de este pensamiento que no duro más de un segundo le permitió a un suave sonido gritar, la presencia inevitable de una sociedad que impide estar completamente solo, me retiro unos metros, lo veo sacar su móvil, no habla debe ser un mensaje, toma el aparato y lo aprieta con fuerzas, es evidente que no tiene intenciones de responder, brinda un nuevo golpe a la pared , su pulso sigue acelerado cierra sus ojos por el dolor y una sonrisa se dibuja en su rostro como si una nueva luz volviera a brillar, no era el resplandor que lo llevaría a volar, pero bastaba para que dejara de desmoronarse, al menos por esta noche. La palabra justa en el momento adecuado siembra la duda en la mente perdida y la fe se forja dando paso a la esperanza, que puede volver a caer y puede volver a brillar, simplemente son un caso singular.

2 comentarios:

Selene Nuray dijo...

Hola, escribo aca en respuesta de lo que me dejaste, la verdad mi intension no es atrapar al lector, mas bien voy botando lo que tengo dentro y tienes razon en que a veces me voy para otras ramas pero es mi etapa en estos momentos, de todos quienes me leen, creo q solo tu te confundiste :P, y es válida tu crítica, trabajare en ello...claro que en estos momentos de mi existencia creeme que no leeras nada muy bien guiado...si revisas mis anteriores entradas verás que hay algunas tristes y otras intensas, todo mezclado, porque estoy en una dualidad emocional:(, en fin, gracias por pasarte...nos leemos

J.D. Morgenstern dijo...

Hacía largo tiempo que no osaba en profanar la literatura con mis ufanostextos, retomando una bitácora que, otrora, ya consideraba perdida, pues la inspiración me había abandonado. Pero al retomarlo, hace escasos días, me sorprendió un comentario tuyo, hace quizá demasiado tiempo como para que lo recuerdes. Y esto ha sido lo que me ha atraído hasta aquí.

Tu vibrante narración me ha capturado, desde el primer instante, con tanta facilidad que no sé si atribuirlo a la acción conjunta del embrujo de la noche con la tensión desgarradora de tus palabras. Me ha gustado lo que he leído y, sin duda, regresaré a por más. Con tu permiso, claro está.

A más ver.