En un mundo donde el engaño es el
pan de cada día, la mentira un ameno acompañante y las apariencias la
estructura social, es difícil simplemente vivir.
Colin a sus 9 años camina por el
verdor que le proporciona el patio trasero de la propiedad de sus padres, hace
días que no los ve, pero esto no le sorprende, sus padres nunca están, tienen
demasiado trabajo, demasiadas ocupaciones y un centenar de cosas que hacer por
ellos, por él, por todos. A su corta edad Colin comprende perfectamente que sus
padres deben estar lejos para que él tenga un futuro mejor y no debe llorar por
esto ya que los niños correctos no lloran por esas nimiedades.
Harted-134 se acerca para
asegurarse que el pequeño amo no sufre ningún daño, a pesar de que la propiedad
no consta de mas que 400 metros cuadrados de terreno plano como patio trasero,
siempre hay riesgos, siempre se podría tropezar
y ensuciar de verde las rodillas de sus
pantalones color crema y eso es algo que no podía permitir.
-
¿Qué
hay del otro lado Harted? – preguntó el niño cuando lo tuvo lo basten cerca.
-
¿Del
otro lado señorito?- repitió intentado procesar la información para verbalizarla
a través de sus ya desgastados circuitos, era un modelo antiguo, se le daban
mas las preguntas directas.
-
Del
otro lado de la barda - aclaró el niño señalando el límite de la propiedad con
su pequeña mano.
Harted busco entre su base de
datos, al momento de ser ubicado en la propiedad se le indico que no debía
atravesar el límite de ella, y como era de esperarse el acato esta norma al pie
de la letra por ello no tenía información para responder a la pregunta.
El niño le dirigía miradas de expectación,
escuchando el sonido de los engranajes en su interior, no había respuesta, ya
había tardado demasiado. Por lo que cansado de esperar camino raudamente hacia
la barda. Puso su mano sobre ella y se sorprendió de lo rugoso de la superficie
oxidada, se dio un impulso, y asomo la cabeza por sobre el obstáculo
atravesando suavemente el escudo protector. Vislumbro un sin número de colores
desconocidos y formas extrañas a su cotidianidad, criaturas jamás imaginadas y
una extraña calidez que parecía provenir del aire. Pero su visión solo duro un
segundo mientras era jalado fuertemente hacia atrás.
-
No,
debe cruzar la barda, no debe salir de sus límites - le reprochó Harted
mientras lo ponía en el piso.
-
Pero…
- intento protestar
-
Sin
escusas, nunca, jamás volverá a hacer algo como eso, los niños buenos deben
comportarse correctamente tal y como se espera de usted.
Colin miro el césped decepcionado
era la primera vez que se sentía tan pequeño, era la primera vez que sentía lo
que era la impotencia.

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