Los dedos se deslizan por las
teclas inertes en busca del sonido que jamás llegara a los oídos, golpear con
vehemencia el marfil en el piano no le devolverá
la alegría perdida de la música, y Doren lo sabe, ya perdió la cuenta de las
veces que se ha encontrado en esta situación, frustrado, perdido e
incomprendido, apoya su cabeza en la madera dejando que la sal toque la
superficie de su amado instrumento, una vida dedicada al arte para no
enloquecer, una dependencia conocida que se evidencia en la necesidad.
Dicen que estar vivo puede ser
una condena cuando no estás con la persona que amas, tras dos o tres enormes
fracasos sentimentales Doren renuncio a esa posibilidad, pero vivía, sonreía, disfrutaba,
ahora no vive aunque todos aquellos que lo ven moverse y respirar opinen lo
contrario, no es más que un cadáver deambulante , ni siquiera falto de alma, si
no que con un alma atormentada atrapada en un purgatorio del que no puede
salir.
El cuarto de música que siempre
fue su refugio parecía oscuro y amenazador a sus ojos, el sol se colaba por la
ventana iluminando la blancura del “LA” , Doren acaricio la tecla, rememoro las
veces que había compuesto en su escala, que había improvisado seguido por sus
instintos, que había tenido que reafinar pues esa nota en particular se
desafinaba constantemente por el exceso de uso, ya nada quedaba de eso, solo el
silencio.
Fue un milagro decían todos
cuando tras 3 días de coma despierta sin ningún rasguño, sin ninguna merma aparente,
como si fuera el mesías, que molesta le parecía esa gente cual reggae que pone
cara de alegría y tranquilidad para ocultar la tristeza y miedo de su corazón.
Estaba a salvo, sin piernas rotas, sin heridas internas, sin huesos quebrados,
con movimiento en todas sus extremidades, simplemente en silencio. Nada hay más
irritante en la gente que la incapacidad de comprender al herido realzada por
la compasión y la lástima. Pero Doren no insulto a ninguno de esos insulsos
simplemente se puso en pie sin decir palabra, nunca fue un tipo conversador, no
dirigió una mirada a nadie de los visitantes y se dispuso a salir por la puerta,
los médicos intentaron detenerlo pero era innegable su buen estado físico a
pesar de haber caído de más de 12 metros de altura.
Ahora tras los 4 meses en que
prometieron que volvería a ser el de siempre sigue sumido en el silencio, no
tiene sentido continuar una condena de recuerdos conmovedores que no pueden
volver a convertirse en realidad, desliza sus dedos por última vez para tocar un conocido soneto romántico que
se pierde entre las paredes, todo es mecánico ahora y el dolor sobrecoge su espíritu
en un sin sentido,
No importa más, se dice a sí
mismo, mientras cubre las teclas
cerrando para siempre el contacto
con su único amigo, busca en su bolsillo el pesado elemento de libertad y se
pone de pie para no salpicar la madera, se despide con una última caricia y
pone el cañón en el costado derecho de
su cabeza, solo tardara un segundo, repitió para si antes de presionar el
gatillo.
Una fracción de segundo de alegría
al escuchar un débil zumbido junto a su oreja, que dulce resultaba cualquier
cosa distinta del silencio aunque fuese en el instante antes de la completa oscuridad.

2 comentarios:
Un texto estupendo.
Y ese último segundo, no estaría tentado de arrepentirse al pesar... "puedo oir"?
Besos
Claro que existe esa posibilidad, pero para este protagonista es demasiado tarde
gracias pro leerme =)
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